viernes, 2 de marzo de 2012

Por tierras de Jaén. (V)


Carmela ordena su maleta. Mientras mi mochila permanece erguida, quieta en el suelo de la habitación. Fuera el ladrido de unos perros retan a un sol implacable.
El peso vence a la mochila, la trepa en el suelo. Silenciosa y sumisa espera otros cuanto de kilómetros. Viaje de vuelta.
Hace años que me acompaña.
Tánger, Melilla, Nador, Barcelona, Lisboa, Amsterdam.
Tan afortunada como yo, luce en su piel magulladuras de mis llantos, de mis risas.
Sabe guardar mis secretos.

Una amalgama de chismes en la casa Andalusí nos despide de Úbeda.
Dependencias rebosantes de vasijas, de lebrillos, de espejos, de candelabros… todo vale.
Techos de madera tallada, techos de pinturas emulando a frescos míticos en el tiempo.
Cuevas revestidas de piedra.
Y agua, y flores, y un sin fin de objetos que la hace peculiar.
Su dueño, un hombre mayor no deja de pregonar el encanto de su casa.
Una casa hecha museo.

Vehiculamos hacía Baños de la Encina.
Nacional 322.

Rus, Canena, en mi recuerdo siempre van de la mano.
Embalse de Giribaile. Osado irrumpe entre el mar de olivos.

Estación de Linares-Baeza.
Recuerdos de mi niñez. De mi adolescencia. Recuerdo de adulto no tan lejanos.
Siempre con la Sierra de Cazorla en mi mente.
Parada obligada en mis visitas a tan bello lugar. Antiguos trenes desde Córdoba.
Ruta en el camino hasta Úbeda.
Adolescencia, desayuno en mis viajes en moto hasta la sierra.
Ahora otra vez.
Ahora en la fachada un flamante luminoso de Adif, sustituye al vetusto cartel de la Renfe.

Un viejo chimeneón al paso por Linares, luego otro y otro, y otro más.
Plomo arrancado de las entrañas de la tierra.
Más tarde Santana Motor.
Años gloriosos.

Por fin Baños de la Encina.
Resistencia morisca.
Paisaje de postal.
A izquierdas en el horizonte el castillo morisco y su derecha, muy cerquita, la torre de la iglesia.
Burch Al Hamman y Santiago Apóstol, condenados de por vida a estar juntos el uno del otro.
El uno de arcilla, cal, arena y piedras pequeñas. Catorce torres.
La otra, gótico y renacimiento, todo en una.

El sol aprieta.
Tintineo de cencerros cerca de la loma del castillo, adornan el silencio.
Las vacas pastan buscando la sombra.
Al frente el macizo que esconde Cazorla, Segura y Las Villas.
A izquierdas Sierra Morena se alarga, se trasforma una vez más.
Despeññaperros.
Desde el mirador se respira paz. El único Dios verdadero.

Toca bajar a pie.
Calles empedradas, fachadas de piedra, forja refinada.
Casas señoriales.
Olor a leña de olivo quemado. Lo inunda todo.
El olivo.

Vehiculamos hacía casa.
Tras un café a los pies de Montoro, volvemos a La Campiña.
Trigo y olivo.
¡Suerte! Un ave rapaz vuela bajo y consigue su premio.
En sus garras arrastra algún ratoncillo despistado.
La Naturaleza. Necesidad.

Más castillos.

Al alcance Espejo, a lo lejos Montermayor.

domingo, 26 de febrero de 2012

Por tierras de Jaén (IV)


En el bar El Estudiantes unos chavales comparten la esquina de la barra con el propietario. Parecen cumplir con una rutina casi diaria. Cervezas y un tazón de palomitas acompañan sus miradas de perplejidad, de envidia al televisor.
Grañén el pueblo afortunado del Sorteo de la Lotería de Navidad.

Ahora Baeza, esencia concentrada del renacimiento.
Silenciosa, reposada.
Parece querer pasar desapercibida. Como guardando sus encantos solo para el paciente amante sin prisas.
Belleza gota a gota.

La catedral nos llama y las callejuelas laberínticas que la rodean, nos transportan nuevamente, otra vez imaginando, soñando despiertos.
Callejeamos por ellas violando el silencio más absoluto.
Solo la luna y Júpiter son callados testigos.

Algo altera a Carmela, la despierta del sueño.
Una bolsa de plástico se deja mecer por una ligera ráfaga de viento.
El sueño se torna miedo, escalofrío, inquietud.
Corre hacía mi como una niña asustada.

El hombre y la mente. Sugestión.

Universidad Internacional de Andalucía Sede Antonio Machado.
Machado y Lorca, Lorca y Machado.
Poesía, belleza.
Horror, guerra, exilio, muerte.
El monstruo y el hombre.

Ahora Úbeda, otra vez.
Vehiculamos en la noche. Atrás Baeza, luces calladas.
Cerca Úbeda, luces chillonas. Cada vez más cerca, luces que agrandan el pueblo.
Luna llena, luz del cielo, luz divina para nadar entre olivos.
Arriba la luna llena, y Júpiter, su pequeño compañero de viaje en la noche.
Abajo, claridad entre olivos que me ayudan a recordar el paisaje de la mañana.


Calle Melancolía. ¡Sorpresa!
Un Sabina ausente, impregna de su presencia un local de triste nombre.
Santo contemporáneo entre sus paisanos. Poeta de los pobres, de los jóvenes, de los soñadores, de los amantes, de los …

En el local, fotos, recuerdos, frases, poemas, música, letras, canciones. Todo cabe en el Calle Melancolía. Santuario del trovador trotamundos, en plena calle Real. En plena esplendor renacentista. En plena Úbeda moderna.

En el local se respira su talento, su desparpajo, su sinvergonzonería.
No quedamos solo Carmela y yo.
Se peinaba a lo garçon, la viajera que quiso enseñarme a besar en la Gare d´Austerlitz…
Hay quién dice que fui yo, el primero en olvidar, cuando en un si bemol de Jacques Brel conocí a mademoiselle Amsterdam…
Peces de ciudad, la cuadratura del círculo.
Amsterdam, necesidad…

Escribo, desarrollo notas en la habitación.
Carmela descansa en el sofá,
Un último ron pasa de mano en mano, apuramos juntos el ron.

Apuramos juntos el día.

domingo, 12 de febrero de 2012

Por tierras de Jaén (III)


El sol de la mañana lo invade todo. Aprovecha el clareo de la cortina en la ventana de la habitación y lo invade todo. Otra vez el sol y la niebla moldean de color los cerros de la loma.
Los olivos parecen ordenados dentro del desorden del terreno. 8´56h.

Píldoras anti estrés para una mañana fría de sábado.

* La sierra a nuestros pies desde el mirador. Inmensidad de izquierda a derecha.

* Un perro recibe su porción de energía del sol tumbado a los pies de los escalones circulares que soportan una farola de cuatro brazos.
Carmela siente envidia. Plaza de Santa Lucía.
 
* Mercado de abastos.
El alcohol domina a una mujer que delira al paso del gentío.
Sentada en un banco a las puertas del mercado reclama atención.
Dentro, la vida fluye aquí y allí, de puesto en puesto.

* (Escorial chiquito)
El primer escalón de las escaleras que suben a la segunda planta del Hospital de Santiago, delatan las miles y miles de pisadas que lo han ido desgastando.
Afuera un inmenso cedro lo empequeñece todo.,
Socorro del pasado, Inmensa tristeza.


* Plaza Vázquez de Molina.
Todo es el color con el cristal con el que se mire.
Veo en color diferente. Estreno gafas de sol. Cristales polarizados.

Sacra Capilla de El Salvador.
Retablo refinado, majestuosa.
Fachada renacentista, poderosa.

Fuera, en un banco de la plaza tomamos nuestra porción de sol.
Cervezas y patatas saladillas en nuestro reposo.
Un turista perdido deambula por la plaza. Cámara de fotos en mano, mira aquí y allí.
El pequeño chasquido de sus pasos al caminar, rompe el más absoluto silencio.

Trescientos ochenta grados.
Al frente los juzgados, a nuestra derecha el alcázar y siguiendo un poco más la Iglesia de Santa María.
Atrás, a nuestras espaldas, setos y árboles nos aportan sombra. Poco a poco huimos de ella.
Izquierda, Ayuntamiento.
Todo perfectamente ubicado. No es justo pedir más esplendo.

* Un par de gatos turnan su reposo al sol en lo alto de un tejado, a unos metros una chimenea vomita su poquito de humos (tierras del Sabina).
Reclaman su porción de sol.
Nosotros no somos menos.

Sol, cervezas, tapitas, a pocos metros de ellos.
La sierra al frente.

Paramos el tiempo.


* Sol, sierra, montañas, perros, gatos, pisadas, personas.

Todo es uno.

viernes, 27 de enero de 2012

Por tierras de Jaén (II)


Puente del Obispo. Vehiculamos hacía Úbeda.
El gran río de Andalucía se va haciendo adulto, ensancha su caudal. Serpentea entre olivos.
El agua y el hombre, otra vez.

Cortijo del Boticario.
Los restos de una estación de ferrocarril sobreviven de forma ruinosa. A sus pies, ahora, una vía verde facilita el contacto con la naturaleza.

Úbeda. Úbeda.
Unos tractores con sus remolques llenos de aceitunas hacen de comitiva a nuestra entrada.
Iglesias, torres clavadas en un cielo azul, casas solariegas, señoriales. Aparente calma a nuestra llegada.

Por fin en la Plaza del Carmen. Carmela sonríe.
Unas callejuelas más allá nuestro hospedaje. Las Casas del Cónsul, nombre señorial para una casa solariega que no lo es menos.
Impecable, acogedora, todo hasta el último detalle guarda la más absoluta simetría. Elegancia.

Guadalupe nos recibe y nos guía hasta nuestra habitación.
Olisqueamos, curioseamos, nos sentimos cómodos.


Flamenquines con huevos fritos y patatas. Córdoba se degusta. Se siente la cercanía de la capital del califato.
Al -Ándalus se entrega, no aguanta más. Renace. Úbeda.
Vino tinto y presa ibérica.
El hombre, el vino, el cerdo.

Plaza 1º de Mayo. Transitamos, olisqueamos, curioseamos.
Siento que una amorra me vence, el alcohol me domina.
Buscamos refugio en el Café de Mayo. Busco calor en un chocolate.
-Solo te puedo ofrecer un cola cao. Jose el camarero parece algo pedido en su recién estrenado local.
Me entrego a mi suerte. London con tónica. El alcohol me vence, ahora es mi dueño.
Claudico y arrastro a Carmela hasta nuestro hospedaje.
El alcohol y el hombre. ¿Necesidad?


La crisis apaga la belleza de Úbeda tras la medianoche. Un alo de misticismo la envuelve.
Callejeamos, buscamos palacios, iglesias…La tenue luz nos devuelve al pasado.
Callejeamos, nos embriagamos del silencio, nos impregnamos del olor de las chimeneas, nos empapamos de la piedra curtida por los años. Siglos.


Dentro, pandereta de ahumados y cervezas a pie de barra. Un barril puesto en  pie hace las veces.
Afuera, los fumadores estiran los cuellos de sus chaquetas, mientras queman sus cuerpos.
Dentro el gentío modela la sintonía de sonidos.
Afuera el vaho se mezcla con el humo de los necesitados. El tabaco vence al frío de la noche. Gorros de lana hasta las cejas.
A unos cientos de metros unos pobres parías encuentra refugio al frío.
Roídas mantas, cartones. Cuerpos acurrucados encuentran amparo en un cajero automático. La Caixa. ¿hablamos?.

Pandereta de ahumados, humo de cigarrillos, cartones, mantas, cervezas, frío gentío.

La locura y el hombre.
El hombre, la locura.



Casas del Cónsul.
Abro la puerta de nuestro hospedaje. Me siento el dueño.
El silencio inunda la casa, todo está en reposo.
Guadalupe ausente, Solo el resplandor del fuego de la chimenea da señales de habitabilidad. No crepita.
El hueso de aceituna ha vencido a la madera.
Reposo en el sofá, junto a la chimenea, mis oídos se invaden de silencio.
A veces tanto silencio me vuelve inquieto.
Imagino, miro a mí alrededor, sueño despierto. Retrocedo en el tiempo.

Carmela baja las escaleras, atraviesa el patio central, todo sigue en calma.
Retumba silencio, solo la luna que se ha colado por la vidriera del techo falos del patio nos observa.
La curiosidad se adueña de mi, subo y bajo escaleras. Transito por las dependencias de la casa casi a oscuras. Imagino.Siento como se acelera mi corazón, nada se oye. Silencio pulcro. 


Vuelvo al patio, estoy solo, ¿y Carmela?. Su ausencia agudiza el misticismo.
La busco aquí, y allí. Al fin la encuentro.

Seguimos solos, no se atisba compañía.
Solos en una casas plagada de historias a lo largo de los años.

El cuerpo pide reposo.
El hombre y el misterio. Imaginación, necesidad de soñar despiertos.

Necesidad de vivir la historia.

martes, 17 de enero de 2012

Por tierras de Jaén (I)



He querido comenzar mis notas de viaje, con el que ralizamos, Carmela y yo, hace apenas unos días a tierras de Jaén. Lo he dividido en algunas partes  o capítulos y aquí os entrego la primera de ellas.


Comienzos de Enero.
Comienzos de año.

Necesidad de volver a viajar.
Necesidad de escapar.

Renacimiento atrapado entre una tela de araña de olivos.
Sol de invierno.
Niebla en la mañana.
Frío en la noche.

Jaén, olvidada grandeza.
Úbeda, esplendor.
Baeza, grandeza en pequeñas dosis.
Baños de la Encina, atalaya musulmana.

ARROYO DE LA CARCHENA.
El sol anima a la niebla a despertar la mañana. Templa nuestros cuerpos y el coche hace de burbuja que nos mantiene aislados del frío que hace afuera. (4º).

Carmen conduce, esta guapa, radiante, su cara limpia, reta al castillo de Espejo que al frente nos saluda.

El carrusel de curvas en descenso hace de la carretera un sacacorchos imaginado. Atrás Espejo despide nuestro paso y nos pone a los pies de Castro Del Río.
Apenas tocamos Castro, un cruce anterior nos dirige hacía Bujalance. Entonces Castro se resiste, coquetea con nosotros tomando una pose de postal a nuestra derecha.

Kilómetro 36. Los trigales mandan.
Un grupo de cuervos vuelan raso, sorprendidos a nuestro paso, aceleran para refugiarse en un montículo.
Encogidos nos observan al pasar.

* EL UNICO COMUNISMO VERDADERO ES EL SOL.
* EL SOL DA A CADA UNO LA PORCIÓN DE ENERGÍA QUE NECESITA.
* EL SOL NUTRE AL AIRE QUE PREÑA DE AGUA A LA TIERRA.
                                                                           Radio Nacional.

Pepe Rivero y Paquito D´Rivera con música de Bebo Valdés.
                                                                           Radio 3.  11´00h.

Un tractor ralentiza nuestra marcha. Abandona un camino entre olivos. La cuadrilla sigue a su ritmo. Unos hombres varean olivos entre la niebla de la fría mañana (8ª).

Tomamos dirección a Cañete de las Torres.
Los olivos ya mandan. Los dispersos campos de trigo ya han quedado atrás.

ARROYO DEL CAÑETEJO.
El agua y el hombre. Necesidad.
La torre del silo nos saluda a la entrada al pueblo.
El agua, el hombre, el trigo. Necesidad.

Uno de los tres hombres que está sentado al calor de la lumbre se cambia de lugar para dejarnos la mesa donde en una silla estaba sentado.
Antes y al entrar en el salón desierto del bar, nos observa. Forasteros.
Novedad en el pueblo.
Otro anima a una de las camareras a bajar el volumen del televisor que inunda con sones dispares el espacio.
Ahora es otra camarera la que gentilmente se dirige hasta nosotros para servirnos el desayuno.
El color verdoso del más puro aceite de oliva al empapar el pan, es el mejor embajador de estas tierras entre Córdoba y Jaén.
Frontera entre hermanos.

Los tres hombres ensalzados en una conversación apenas dejan oír el crepitar del fuego de la chimenea.
Conversación. Campo, olivos, justicia.
Ahí sigue el fuego, consumiendo los troncos de olivo. Templando los cuerpos. Humanizando el espacio.
El fuego y el hombre. Necesidad.

Atrás queda Cañete de las Torres. Solo puedo distinguir la de una iglesia.
Atrás queda Cañete de las Torres, su plaza con el ayuntamiento, su iglesia con su torre. Sus mujeres al abrigo del sol, barriendo la puerta de sus casas.

Kilómetro 33. Seguimos vehiculando.
Carmen da señas de alegría, continua conduciendo.
Un cambio de rasante nos eleva para ponernos delante de un espectacular paisaje.
Porcuna a la derecha contempla nuestro paso. Al frente la naturaleza en estado puro.
Una cadena montañosa aguarda.
El sol y la niebla se conjugan para dar al paisaje una melodía de color singular.
¿Sierra Mágina?. Quizás.  No importa.

Kilómetro 54. Otro tractor, tractores y más tractores.
Ralentizamos la marcha. Este lleva en su remolque infinitas aceitunas. Rebosa.
Martos a izquierdas o derechas. Dudo.
El inmenso mar de olivos me hace dudar.
Los molinos esperan. No tienen prisa. Las prensas muelen sin parar.
Martos, primer productor mundial de oro verde que alimenta al hombre.
Agua, fuego, trigo, aceite, el hombre.
Y el sol alumbrándolo todo.

Torredelcampo toma el relevo.
Jaén más cerca, se percibe.
Nadamos entre olivos, frutos milenarios. Plantas milenarias. Árboles milenarios.

Castillo de Santa Catalina.
Al fin Jaén escondida entre cerros, protegida entre olivos.  13´25h.

CATEDRAL.
Joya del renacimiento español.
En la plaza los niños de dan vida a sus flamantes juguetes. Día de reyes.
Viajeros cos sus guías en la mano trastean dentro. Nosotros no somos menos.
Atención extrema, detalles refinados.
Retablo, frescos en los techos. Pulpitos formando copas de vino con pie en madera tallada.
El vino y el hombre.
Desde arriba la perspectiva es diferente. Fuera montañas y cerros.
Dentro. Desde dentro una maqueta a nuestro pies.
Otra vez abajo. Capillas, altar mayor.
Gente orando, reposando, buscando a su dios.
Coro paciente. La madera tallada y los sillones parecen esperar la llegada de los ministros de Dios.
Dios y el hombre, miedo, necesidad.

Luego afuera, a unos metros de la catedral. Pan y aceita, no puede haber mejor nombre para una cervecería con terraza. Los calefactores ayudan al sol como reclamo para transeúntes.
Dos cervezas y tapita de jamón.
El día de reyes tranquiliza a las gentes. Las reposa, anima a pasear y a disfrutar de la mañana.

martes, 10 de enero de 2012

Presentación.


Que tal a todas y a todos. Aquí comienzo una nueva aventura, que no es otra que la de dedicar de vez en cuando un ratito a los viajes que he realizado, y espero seguir realizando.

El titulo lo dice casi todo. Tres duros para gastarlos, ni que decir tiene que encabeza una frase muy conocida que de vez en cuando nos sale a los viajeros. Ya sabéis aquello de… estoy deseando juntar tres duros para gastarlos… viajando por supuesto.

Es el mayor vicio que tengo desde aquella primera vez que toque con mis ojos el mar. El momento se remonta a años pasado, muchos diría yo.
Tantos que no soy capaz de ponerle fecha, ni lugar exacto, ni tampoco estación del año, pero lo que nunca olvidaré es aquel tren que me llevaba junto con mis padres desde Montilla hasta Barcelona.
Era un viaje de esos que quedan en tiempos pasados. Las hermanas de mi madre, todas al completo hacía ya varios años que habían emigrado. Y cuando la economía familiar lo permitía, muy de cuando en cuando, mis padres se armaban de valor y poníamos rumbo a Manresa, a Torre del Baró  y a Las Planas de San Joan Despí. Y fue en uno de esos viajes cuando de pronto, y tras muchas horas de traqueteo en un tren llamado el catalán, mis ojos se quedaron fijos en una inmensidad de color azul.
Quizás por eso, los trenes me siguen fascinando. Quizás por eso, las ganas de seguir viajando y conociendo lugares me siguen teniendo atrapado. Y quizás por eso, sigo teniendo la necesidad de compartir los muchos viajes que he tenido la suerte de realizar.
Como en botica ha habido de todo, y ahora y con la ventana que nos brinda internet y su maravilloso mundo me he decidido por plasmar aquí con vosotros y para mi recreo particular las peripecias que he podido vivir viaje tras viaje.

Solo espero que os guste tanto leer este blog como a mi me ilusiona tenerlo vivo, y ya sabéis si juntáis tres duros, en estos tiempos de crisis y locura colectiva, probad a gastarlos viajando